El pasado jueves (04/02/2016), y en nuestro
continuo ejercicio como naturalistas, decidimos variar nuestra ruta y por ese
día dejamos la Sierra Calderona para ir a un sitio del que teníamos buenas
referencias gracias a la red y teníamos ganas de conocer.
Una vez más y como en las anteriores entradas, lo primero es dar los buenos días, y ahora cumplidas las formalidades me
permito seguir con el texto.
Ya que este anormal invierno está siendo muy
cálido, aprovechamos un día de sol con temperaturas rozando los veinte grados
para ir a la Albufera de valencia, en concreto a su devesa (dehesa) a orilla de
playa. Habíamos recabado información sobre ésta para saber las especies que nos
podíamos encontrar allí, las mas citadas: rana verde común (Pelophylax perezi), lagartija cenicienta (Psammodromus hispanicus), lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus), eslizón ibérico (Chalcides bedriagai), culebra viperina (Natrix maura) y la preciosa culebra
bastarda o de Montpellier (Malpolon monspessulanus), y ya que algunas de estas especies todavía se nos resisten, realizamos el viaje
eufóricos por saber si lograríamos tachar alguna de ellas.
Como no podía ser de
otra manera la naturaleza nos volvía a sorprender, tras una hora andando
todavía no habíamos atisbado movimiento de ningún animal exceptuando el de los
patos que volaban aquí y allá continuamente, la desilusión llegó a nosotros, ya
que lo que creíamos iba a ser un continuo no parar de animales estaba muy
mustio, yo diría que casi parado por completo. Pero en ese momento en el que nos
planteábamos un cambio de zona y de enfoque viendo los pocos resultados llegó
la sorpresa: bajo un tablón de madera que levantó mi compañero Antonio, en una
duna a escasos metros del mar nos esperaba un precioso ejemplar de culebra de
escalera (Rhinechis scalaris),
una de mis favoritas, y a la que le tenía unas ganas terribles.
Este era un ejemplar juvenil de 38 centímetros y brillante colorido, que equiparaba su majestuosidad a su genio, ya que no paro de intentar morder ni de atacar durante todo el rato que estuvimos con él. Así que aprovechando nuestro hallazgo me voy a permitir hablaros durante un rato de la culebra de escalera.
Este era un ejemplar juvenil de 38 centímetros y brillante colorido, que equiparaba su majestuosidad a su genio, ya que no paro de intentar morder ni de atacar durante todo el rato que estuvimos con él. Así que aprovechando nuestro hallazgo me voy a permitir hablaros durante un rato de la culebra de escalera.
Estas son unas serpientes
de hábitos diurnos, aunque los pueden convertir en nocturnos durante las épocas
más calurosas del año, pocos son los ejemplares que llegan a adultos, ya que son
víctimas de los coches gran cantidad de ellos, además de los procesos de
selección natural que ya de por si actúan. Se las llama culebras de escalera
por el patrón de su espalda en la fase juvenil, ya que asemeja los peldaños de
una escalera que perderá los traveseros cuando el ejemplar sea adulto.
Se
alimentan generalmente de pequeñas aves y roedores que cazan al acecho, y matan
por constricción, ya que carecen de veneno. Si vuestro deseo es observarlas en
la naturaleza, es raro encontrarlas en sus guaridas, ya que aprovechan
madrigueras de roedores y hoyos para esconderse. A estas se las encuentra en
zonas de monte bajo y con vegetación poco densa, donde se vean pajarillos por el suelo, ya que
es el escenario perfecto para que cacen. Suelen ser bastante agresivas ,pero el
máximo mal que os podéis llevar de ellas es un buen bocado, y dependiendo del
tamaño del ejemplar, nada de lo que preocuparse.
En conclusión unos animales de extraordinaria belleza y magnetismo que me tienen obnubilado y otro granito de arena que alimenta mi afición al naturalismo y mi pasión por la herpetología.
El resto de la salida no tuvo mucho más que
contar aparte de algún avistamiento de lagartija cenicienta, las cuales no
permitieron ni hacerles fotos.
Pese a esto volvíamos a casa con una sonrisa de
oreja a oreja gracias a la genial culebra de escalera encontrada y a los
maravillosos momentos que esta nos brindó.
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